Declaración de Independencia del Ciberespacio

John Perry Barlow
8 de febrero de 1996 Publicado en NakamotoInstitute.org

Gobiernos del Mundo Industrial, gigantes cansados ​​de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, te pido del pasado que nos dejes en paz. No eres bienvenido entre nosotros. No tienes soberanía donde nos reunimos.

No tenemos un gobierno electo, ni es probable que lo tengamos, así que me dirijo a ustedes sin mayor autoridad que aquella con la que siempre habla la libertad misma. Declaro que el espacio social global que estamos construyendo es naturalmente independiente de las tiranías que ustedes buscan imponernos. No tienen ningún derecho moral para gobernarnos ni poseen ningún método que nos obligue a tener miedo alguno.

Los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados. Ustedes no han solicitado ni recibido el nuestro. No los hemos invitamos. No nos conocen, ni conocen nuestro mundo. El ciberespacio no se encuentra dentro de sus fronteras. No piensen que pueden construirlo, como si fuera un proyecto de construcción pública. No se puede. Es un acto de la naturaleza y crece a través de nuestras acciones colectivas.

No se han involucrado en nuestra gran y reunida conversación, ni crearon la riqueza de nuestros mercados. Desconocen nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no escritos que ya dotan a nuestra sociedad de más orden del que se podría obtener con cualquiera de vuestras imposiciones.

Ustedes afirman que hay problemas entre nosotros que deben resolver. Usan este reclamo como una excusa para invadir nuestros recintos. Muchos de estos problemas no existen. Donde haya conflictos reales, donde haya errores, los identificaremos y los abordaremos con nuestros medios. Estamos formando nuestro propio Contrato Social. Este gobierno surgirá de acuerdo a las condiciones de nuestro mundo, no el de ustedes. Nuestro mundo es diferente.

El ciberespacio consta de transacciones, relaciones y el pensamiento mismo, dispuesto como una onda estacionaria en la red de nuestras comunicaciones. El nuestro es un mundo que está en todas partes y en ninguna, pero no es donde viven los cuerpos.

Estamos creando un mundo en el que todos puedan entrar sin privilegios ni prejuicios otorgados por raza, poder económico, fuerza militar o lugar de nacimiento.

Estamos creando un mundo en el que cualquier persona, en cualquier lugar, pueda expresar sus creencias, sin importar cuán singulares sean, sin temor a ser obligado a guardar silencio o conformidad.

Vuestros conceptos legales de propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros. Todos están basados ​​en la materia, y aquí no existe la materia.

Nuestras identidades no tienen cuerpos, por lo que, a diferencia de ustedes, no podemos obtener el orden mediante la coerción física. Creemos que de la ética, el ilustrado interés propio y del bien común surgirá nuestro gobierno. Nuestras identidades pueden estar distribuidas en muchas de vuestras jurisdicciones. La única ley que todas nuestras culturas constituyentes generalmente reconocerían es la Regla de Oro. Esperamos poder construir nuestras propias soluciones sobre esa base. Pero no podemos aceptar las soluciones que intentan imponer.

En Estados Unidos ustedes han creado hoy una ley, la Ley de Reforma de las Telecomunicaciones, que repudia su propia Constitución e insulta los sueños de Jefferson, Washington, Mill, Madison, DeToqueville y Brandeis. Estos sueños deben ahora nacer de nuevo en nosotros.

Tienen miedo de sus propios hijos, ya que son nativos en un mundo donde siempre serán inmigrantes. Debido a que les temen, confían a sus burocracias las responsabilidades de los padres que son demasiado cobardes para enfrentar. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de la humanidad, desde los mas bizarros hasta los mas angelicales, son partes de un todo inconsútil, la conversación global de bits. No podemos separar el aire que asfixia del aire sobre el cual baten las alas.

En China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y Estados Unidos, están tratando de conjurar el virus de la libertad levantando puestos de guardia en las fronteras del Ciberespacio. Estos pueden evitar el contagio por un corto tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto estará cubierto de medios que soportan bits.

Vuestras industrias de la información, cada vez más obsoletas, se perpetúan a si mismas proponiendo leyes, en Estados Unidos y en otros lugares, que pretenden poseer la palabra de todo el mundo. Estas leyes declararían que las ideas son otro producto industrial, no más noble que el arrabio. En nuestro mundo, cualquier cosa que la mente humana pueda crear puede reproducirse y distribuirse infinitamente sin costo alguno. La transmisión global del pensamiento ya no requiere que vuestras fábricas se lleven a cabo.

Estas medidas cada vez más hostiles y coloniales nos colocan en la misma posición que aquellos anteriores amantes de la libertad y la autodeterminación que tuvieron que rechazar a las autoridades de poderes lejanos y desinformados. Debemos declararnos virtualmente inmunes a vuestra soberanía, incluso mientras continuamos aceptando vuestro gobierno sobre nuestros cuerpos. Nos esparciremos por el Planeta para que nadie pueda detener nuestros pensamientos.

Crearemos una Civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y justa que cualquiera que vuestras leyes y gobiernos han hecho antes.

Davos, Suiza
8 de febrero de 1996

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